domingo, 17 de abril de 2011

INVITADO EN LA MESA



Definitivamente, soy uno más en esta casa..., la prueba?:
me invitan a su mesa.
Y es que hace ya tiempo que la hora de comer, que suele ser la unica en la que casi siempre estar todos juntos en el comedor, (junto con la de la noche) esa hora, es mía..., casi siempre, cuando ya todos se han sentado a la mesa, Lucas se acerca a mi jaula, abre la puerta, y me llama.

Al principio, lo que hacía era salir volando como un loco, primero a cualquier sitio, especialmente, a la lámpara o a cualquier estantería o mueble lejano, luego, a una especie de posadero extraño que el padre de Lucas ha fabricado. Tiene unos sitios estupendos para pararame, y cuelga del techo desde una cuerda, cuerda a la que me gusta llegar, subir por ella, y picotear, como todo lo demás...

Poco a poco, me fui acostumbrando a ellos, al ruido de sus cubiertos, al tintineo del vidrio de sus vasos, al tono de sus voces, a sus cabezas y los pelos que tienen encima... Posarme sobre ellas ha sido y es un vicio, pero mucho me parece que no les gusta, pues pronto pasan sus manos por su pelo, de forma que no me queda otro remedio que subir sobre esa mano y dejarme llevar a donde quieran, aunque entonces lo que suelo hacer es dar un salto sobre su hombro. Eso me parece que lo toleran bastante mejor.

A la hora de comer pasan más cosas, porque además del hecho de que estén juntos..., comen, y eso es algo a lo que no me puedo resistir, la comida!!
He probado ya muchas cosas distintas: macarrones, arroz, maíz, queso, lechuga..., y hasta... ¡carne picada!
Me dejan pasear por la mesa, aunque hay sitios donde no les gusta que me pare, en especial, sobre sus platos o sus vasos.
Es por eso que tengo un plato para mí solo, donde ponen trocitos de lo que ellos picotean...

Un día, el padre de Lucas había montado sobre la mesa un aparato que ya he visto antes, pero esta vez, lo puso en un sitio muy curioso: justo por encima la mesa, sobre sus cabezas.
Cada vez que hacía su extraño ruido, una especie de relámpago ilumina la habitación, aunque a mi, la verdad, me importa más bien poco...

2 comentarios:

  1. Qué extraña coincidencia que, sin saber por qué, haya entrado en tu blog justo tres años después de tu última entrada. hay que renovar este blog.

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    1. Abandonado lo tengo, sin duda..., no así al periquito, que sigue felíz en el balcón... Algún día..., lo apunto en pendientes!
      Gracias Amparo y un saludo!

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